Detrás, en una zona desierta y sin apenas gente, encontramos un cachorro inmóvil y aún con vida.
Sin embargo, nos fijamos en su barriga, que es muy grande, como si el perro se hubiera tragado una pelota de baloncesto.
Tan pronto como nos vio, el perro inmediatamente se levantó y caminó con dificultad. ¿Crees que está huyendo? ¡No!
Parece que nos lleva a alguna parte…
¡Dios mío! Aquí parece estar su refugio. Hay dos angelitos más aquí, están extremadamente hambrientos y sucios, sus cuerpos tiemblan.
Inmediatamente los llevamos de vuelta a la estación para un control sanitario.
Por suerte llegó el milagro, ese pobre perro lo superó, los dos angelitos desnutridos restantes se acostumbraron a su nuevo hogar compartido, poco a poco aceptaron y abrieron su corazón a nuestro amor.