En medio de las desoladas ruinas de Chernobyl, testimonio del accidente nuclear más catastrófico de la humanidad, se desarrolla una extraordinaria historia de supervivencia. Más de tres décadas después de los fatídicos acontecimientos del 26 de abril de 1986, los perros todavía deambulan por las calles abandonadas, resistentes al implacable telón de fondo de la desintegración radiactiva. Su resistencia y adaptabilidad ofrecen una oportunidad única para la investigación científica sobre los efectos de la exposición a la radiación y las estrategias de supervivencia en los entornos más hostiles.
En un estudio pionero publicado en la prestigiosa revista Science Advances el 3 de marzo, los investigadores profundizaron en el ADN de 302 perros callejeros que habitaban la zona prohibida que rodea el lugar del desastre de Chernobyl. Este análisis exhaustivo marcó un momento decisivo, arrojando luz sobre la composición genética de estos caninos resistentes, distintos de sus homólogos de raza pura y de libertad.
La genetista Elaine Ostrander, del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano (NHGRI) de EE. UU., subrayó la importancia de este esfuerzo y afirmó: “Tenemos una oportunidad de oro para sentar las bases para responder a una pregunta crucial: ¿Cómo se puede resistir en un entorno tan hostil? a lo largo de 15 generaciones?”
El profesor Tim Mousseau, coautor del estudio y distinguido biólogo de la Universidad de Carolina del Sur, destacó la idoneidad de los perros como sujetos para comprender los impactos más amplios de los factores estresantes ambientales en los mamíferos.
El desastre de Chernobyl, una tragedia sin precedentes resultante de un incendio y una explosión catastróficos, liberó contaminantes radiactivos a la atmósfera, dejando un legado de devastación. A pesar del saldo inicial de 30 víctimas inmediatas, se estima que las repercusiones a largo plazo del envenenamiento por radiación se han cobrado miles de vidas. Sorprendentemente, se cree que los perros que deambulan por la zona de exclusión son descendientes de mascotas abandonadas durante la evacuación masiva.
Los extensos esfuerzos de investigación de Mousseau, que abarcaron décadas, culminaron con la recolección de muestras de sangre de los resistentes habitantes caninos de Chernobyl, lo que proporcionó información invaluable sobre sus adaptaciones genéticas. Contrariamente a lo esperado, el análisis genético reveló distintas variaciones entre los perros que residen en áreas con distintos niveles de exposición a la radiación.
“Podemos discernir diferencias, mutaciones y adaptaciones, descifrando qué ayuda a la supervivencia y qué plantea amenazas a nivel del ADN”, explicó Ostrander, enfatizando el potencial transformador de esta investigación.
Más allá de sus implicaciones inmediatas para comprender la resiliencia de los habitantes caninos de Chernobyl, esta investigación innovadora ofrece conocimientos más amplios sobre las estrategias de supervivencia en entornos hostiles en todo el mundo. Al desentrañar la resiliencia genética de estos notables supervivientes, los científicos allanan el camino para obtener lecciones invaluables aplicables tanto a poblaciones animales como humanas que navegan en condiciones extremas, ofreciendo esperanza e inspiración en medio de la adversidad.