After grieving over her dying dog for two weeks – compared to losing a child – she was fired from her job.alva01

La pérdida de una mascota no es un asunto fácil de asimilar. Por eso, cuando Wendy O’Grady perdió a su perro cayó en un shock emocional que no le permitió levantarse de la cama y, aunado al dolor que ya sentía, la mujer pasó por la penosa situación de ser despedida de su trabajo.

Su perro era parte de su familia pero nadie pudo comprender su dolor y ahora su historia nos invita a reflexionar sobre cómo asume la sociedad la pérdida de una mascota.

Quienes han perdido a un perro u otro animalito pueden entender el dolor de WendyPerro

O’Grady tiene 47 años y trabajaba como supervisora ​​de una tienda minorista de Surrey (Inglaterra). Su vida era apacible dentro de los estándares pero esa tranquilidad pesaba en gran parte de un ser que llegó a su vida para transformarla.

Se trataba de su perro Zac, a quien conoció en el 2009. El peludo fue un regalo de su esposo Mike. El hombre llevó al labrador a casa para reanimar a Wendy, sin imaginarse lo importante que el perro se volvería para ambos.

En poco tiempo el cachorro conquistó sus corazones.

Con más de 15 años de matrimonio, esta pareja no había podido concebir. Wendy pasó por más de 10 pérdidas espontáneas, así que la llegada del cachorro de 9 meses fue para ella una verdadera bendición.

En esa criatura logró descargar todo el amor que tenía para dar y el perro se había hecho totalmente merecedor de todo ese cariño debido a su personalidad.

«Fue un momento realmente difícil. Simplemente no podía concebir y lo estábamos pasando mal. Entonces, cuando Mike compró la casa de Zac, iluminó por completo nuestras vidas. Fue una conexión instantánea”, señaló Wendy.

El perro se convirtió en una fuente de alegría para ambos durante una temporada tan compleja en sus vidas. Por desgracia toda esa alegría se terminó en el momento en que Zac fue diagnosticado con cáncer de columna, en julio del año pasado.

La noticia los desgarró y peor aún por el hecho de saber que no había mucho por hacer. La enfermedad había avanzado y se había extendido por todo su cuerpo, intentar cualquier tratamiento era prolongar el dolor para el perro.

Los O´Grady debieron tomar una dura decisión.

Con el corazón destrozado Wendy y su esposo despidieron a su perro por recomendación de su veterinario. Lo que no dimensionaron era que mientras el dolor de Jack se acabaría, el de ellos se volvería una completa pesadilla.

Para la pareja fue terrible despedirse del peludo y de manera especial para Wendy que lo quería como a un verdadero hijo.

«Perder a Zac fue como perder a un hijo. Ni siquiera puedo explicar el dolor. Estábamos desconsolados. Después de 12 años, no verlo tocar la puerta cuando llegué a casa fue desgarrador».

Para la familia la desgracia no llegó sola pues, esa misma semana en que despidieron a su perro, Wendy recibió la noticia sobre la enfermedad de un ser querido.

Todo se unió en la vida de esta mujer y tantas emociones afectaron también su organismo.

La mujer desarrolló una enfermedad autoinmune conocida como síndrome de Sjogren, la cual afecta las partes del cuerpo que producen fluidos. Debido a esto, Wendy se vio obligada a faltar por 15 días en su trabajo pero no convalidaron su reposo.

Enferma, sin su perro y además despedida, la inglesa se vio en la obligación de empezar de nuevo. Por suerte su esposo la acompañaba y su suegra también tuvo un papel importante en su recuperación.

No solo la apoyó, sino que le presentó a otro cachorro que llegó para darle nuevas razones para vivir.

Aunque para Wendy este perro no reemplaza para nada a Jack, sabe que tenerlo ha sido un alivio. Para ella su compañero de 12 años siempre formará parte de sus mejores recuerdos, pero está lista para escribir otra historia.

Además, ahora quiere que su caso se conozca y busca impulsar el uso de licencia compasivas en su país.

«Creo que la gente debería ser más abierta y simplemente hablar de eso. Perdimos a un miembro de nuestra familia y creo que debería abordarse», explicó.

Para ella aún hay mucho que aprender, pero quisiera ser ese puente para ayudar a otros dueños de mascotas que pasen por su mismo dolor.

Sin duda que al mundo le falta internalizar muchas cosas como el valor que las mascotas tienen para algunas familias. ¡Aprendamos a respetar el dueño ajeno y no minimicemos sus sentimientos!

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