Mi Peor Cumpleaños: La Soledad de No Tener Deseos
Recuerdo mi peor cumpleaños como un día de profunda soledad. Al despertar, no recibí ni un solo mensaje de felicitación. La tristeza me invadió mientras veía a otros disfrutar de sus celebraciones. Intenté distraerme, pero cada risa a mi alrededor solo amplificaba mi aislamiento.
Esa noche, en casa, comprendí que mi soledad no solo se debía a la falta de compañía, sino a que había perdido de vista mis propios deseos. Reflexionando, entendí que ese día me enseñó a valorar mi propia compañía y a reconectar conmigo mismo.
Aunque fue un cumpleaños difícil, me impulsó a vivir cada día con más intención y a no dejar que un solo día defina mi felicidad. Así, cada nuevo cumpleaños se convierte en una oportunidad para celebrar la vida, rodeado de aquellos que elijo tener a mi lado.